J. Antonio Cantón
El tan manoseado mito del milagro almeriense se desmonta con facilidad. El hecho de que en la provincia de Almería se encuentre la mayor concentración de invernaderos del mundo no es fruto de milagros ni de suerte, sino de la adaptación a las circunstancias y la capacidad de trabajo intenso, de soportar el sufrimiento y la escasez, ayudado por una estructura familiar agraria en la que en el invernadero trabajaba toda la familia, incluidos los niños al salir de la escuela.