12/10/2022.- Con esta publicación se pretende favorecer el diseño de nuevas políticas y estrategias públicas en el contexto de la Agenda 2030. Ha sido realizada por investigadores del Centro de Estudios e Investigación para la Gestión de Riesgos Agrarios y Medioambientales (CEIGRAM) de la Universidad Politécnica de Madrid. Enlace al final del texto para descargarla.
Hortoinfo.- La Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas (ETSIAAB) de la Universidad Politécnica de Madrid ha acogido este mediodía la presentación del libro ‘Indicadores de sostenibilidad en el sector agroalimentario’, editado por Cajamar y elaborado por investigadores del Centro de Estudios e Investigación para la Gestión de Riesgos Agrarios y Medioambientales (CEIGRAM), bajo la coordinación de Isabel Bardají, catedrática de Economía, Sociología y Política Agraria de la ETSIAAB y directora del CEIGRAM.
La publicación está planteada como un observatorio en el que se recogen indicadores que hacen posible el seguimiento de la sostenibilidad en toda la cadena de valor de la producción agroalimentaria española, al objeto de facilitar la medición del grado de cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de Naciones Unidas.
El director de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, Agroalimentaria y de Biosistemas (ETSIAAB), José Manuel Palacios; y el presidente de Cajamar, Eduardo Baamonde, han destacado el interés de este estudio, que ha sido presentado por cinco de sus ocho coautores, Isabel Bardají, Paloma Esteve, Irene Blanco, Alberto Sanz y Luis Lassaletta. Todos ellos han mantenido un coloquio moderado por el director de Desarrollo Sostenible de BCC-Grupo Cajamar, Roberto García, en el que se ha expuesto la necesidad de implementar prácticas de desarrollo sostenible en la agroindustria.
José Manuel Palacios ha agradecido a los autores y a Cajamar la elaboración de este libro, y ha destacado que la disponibilidad de indicadores multifactoriales es una herramienta fundamental para el seguimiento de fenómenos complejos como los implicados en la sostenibilidad del sistema agrario. “La puesta en común de estos indicadores a nivel europeo contribuye, sin duda, a un mejor diagnóstico de la situación que en el caso de la sostenibilidad es a menudo difícil de acordar entre los distintos actores de forma objetiva”, ha valorado.
Por su parte, Eduardo Baamonde, ha reiterado el interés de la banca cooperativa Cajamar por todas las cuestiones que afectan al sector agroalimentario español, y a los desafíos y retos a los que se enfrenta, subrayando asimismo el interés y la oportunidad de este estudio. “Ahora que todo el mundo habla de sostenibilidad, hay que tener presente que el desarrollo sostenible del sector agroalimentario es preciso medirlo y evaluarlo de forma objetiva en su triple vertiente: económica, social y medioambiental, identificando qué elementos hay que tener en cuenta y cómo se miden para disponer de parámetros y conclusiones adecuadas”, ha puntualizado.
Carácter de los indicadores seleccionados
Para el análisis empírico del impacto de la actividad agroalimentaria en el territorio se han seleccionado aproximadamente 60 indicadores, agrupados en torno a las tres dimensiones fundamentales de la sostenibilidad. Indicadores económicos (valor añadido bruto, productividad de la mano de obra, comercio exterior y precios); sociales (empleo, salarios, consumo de alimentos, sobrepeso y pérdidas y desperdicios de alimentos) y ambientales (agua, energía, biodiversidad, suelos, nutrientes, emisiones de gases de efecto invernadero, contaminación por compuestos nitrogenados, productos fitosanitarios y producción ecológica), subdivididos a su vez en decenas de variables más específicas.
El objetivo final de la publicación es facilitar el seguimiento cuantitativo de los parámetros seleccionados y su comparación con el resto de los países de la Unión Europea, lo que redundará en el diseño de nuevas políticas y estrategias públicas en el contexto de la Agenda 2030.
Como coordinadora del estudio, Isabel Bardají ha señalado la relevancia de utilizar un enfoque global en el análisis de la sostenibilidad que considere simultáneamente las dimensiones económicas, social y ambiental. Asimismo, ha resaltado la dificultad de extraer conclusiones simplistas en relación con la posible mejora o no de la sostenibilidad global del sector agroalimentario. En este sentido ha manifestado que “muchos indicadores muestran oscilaciones importantes y se requieren periodos más largos de tiempo para llegar a resultados concluyentes. No obstante, sí se han puesto de manifiesto algunos aspectos positivos y otros negativos”. A continuación, ha apuntado que “en su dimensión social y económica, el sector sigue siendo una importante fuente de renta y de empleo y mantiene una balanza comercial positiva, pero presenta problemas como el elevado grado de envejecimiento, las dificultades del empleo femenino o el reducido crecimiento de los precios percibidos que no logran beneficiarse del aumento de los precios al consumo”. Asimismo, ha considerado “muy relevante también la magnitud de las pérdidas y desperdicios a lo largo de la cadena o la extensión de la obesidad en la población adulta. Los aspectos ambientales han recibido una atención especial y en su evolución se observa que, aunque cada vez se consume menos agua y energía y se reducen las pérdidas de suelo por erosión, se mantienen valores preocupantes en algunos aspectos como las emisiones de gases de efecto invernadero o de contaminantes atmosféricos como el amoníaco, cuestiones en las que la necesidad de mejora es ineludible”, ha concluido.
Para terminar, Roberto García Torrente ha destacado que el elemento más innovador de la publicación reside en la inclusión de los indicadores de carácter medioambiental: “Todos somos conscientes de la importancia económica y social que tiene la alimentación en la sociedad actual, y de la necesidad de asegurar una producción suficiente de alimentos para una población creciente, con una disponibilidad de recursos limitada. Con este informe queremos incorporar también elementos que contribuyan, a través de la agricultura, a reducir el impacto ambiental de la actividad humana y, por tanto, a reducir el proceso de calentamiento global que estamos experimentando”. En este sentido, ha querido subrayar el factor diferencial de la agricultura con respecto al resto de actividades económicas “como es su capacidad para fijar CO2 y reducir la concentración de gases efecto invernadero en la atmósfera. Siendo más eficientes en el empleo de los principales insumos de producción, mejorando el manejo de los suelos, reduciendo el desperdicio alimentario y fomentando el uso de las energías renovables la agricultura podrá ser un contribuyente neto a la descarbonización de la economía. Para ello, el primer paso es saber qué estamos haciendo e identificar las acciones de mejora, a través de estos Indicadores de Sostenibilidad, de los cuales pretendemos realizar un seguimiento y actualización en los próximos años”.