El último informe de siniestralidad de Agroseguro, con datos a 30 de noviembre de 2025, muestra que la superficie agrícola siniestrada hasta la fecha es de 1.454.125 hectáreas, el 11,5 por ciento menos respecto al mismo periodo de 2024
Hortoinfo.- 22/12/2025
La Agrupación Española de Entidades Aseguradoras de los Seguros Agrarios Combinados (Agroseguro) ha indicado que en este año 2025, a fecha de 30 de noviembre, han aumentado un 5 por ciento las indemnizaciones por siniestros en el campo español con una previsión de 710 millones de euros, a pesar de haberse reducido un 12 por ciento las hectáreas siniestradas.
El último informe de siniestralidad de Agroseguro, con datos a 30 de noviembre de 2025, muestra que la superficie agrícola siniestrada hasta la fecha es de 1.454.125 hectáreas, el 11,5 por ciento menos respecto al mismo periodo de 2024.
Los 710,92 millones de euros previstos en indemnizaciones se dividen entre las líneas agrícolas (556,25 millones), la ganadería -accidentes, enfermedad y pastos- y la acuicultura (66,46 millones), y la ganadería -retirada y destrucción- (88,21 millones).
En los once primeros meses del año se han registrado 1,4 millones de siniestros, de los cuales 1,2 millones se corresponden con la retirada y la destrucción de animales, frente a 104.467 siniestros agrícolas y otros 94.870 en ganadería y acuicultura.
Los cultivos más afectados han sumado 515,77 millones de euros en indemnizaciones, entre los que destacan los frutales (164,81 millones), herbáceos (126,6 millones), uva de vino (72,58 millones), cítricos (68,33 millones), hortalizas (61,53 millones), uva de mesa (11,78 millones) y olivar (10,14 millones).
Daños en los principales cultivos
Si se comparan los principales cultivos con los del periodo enero-noviembre de 2024, las indemnizaciones se han incrementado sobre todo en los frutales (+79 %), seguidos de cítricos (+10 %) y herbáceos (+4 %), mientras que han descendido en uva de vino (-32 %) y hortalizas (-0,4 %).
En los frutales, destacan los daños por pedrisco entre marzo y abril en cultivos de Cataluña y Aragón, mientras que en mayo las tormentas afectaron a plantaciones de Castilla-La Mancha y Murcia, a lo que se sumó el impacto del pedrisco en verano en el valle del Ebro.
Los distintos episodios de fuerte viento, helada y pedrisco en invierno impactaron, por ejemplo, en miles de hectáreas de cítricos en Andalucía, la Comunidad Valenciana y Murcia durante el invierno.
La fauna cinegética ha sido un continuo problema para los cultivos de cereal y leguminosas, que han sufrido igualmente el efecto de las lluvias persistentes e inundaciones entre marzo y abril; de la intensa ola de calor en mayo, de los incendios en junio y de las tormentas en julio.
Este año las danas han sido menos intensas que la de octubre de 2024, cuando se registraron importantes daños en producciones de naranja, mandarina y caqui valencianos, y en invernaderos de Almería.
Evolución mes a mes
Agroseguro ha destacado que el pasado enero el comportamiento climático fue «muy variable», con heladas, fuertes viento y pedriscos que afectaron a cítricos y hortalizas.
Febrero estuvo caracterizado por una gran estabilidad meteorológica, con algunos siniestros en cítricos, hortalizas y herbáceos, además de daños en instalaciones de frutos rojos de Huelva por fuerte viento.
En marzo, una sucesión de borrascas cambió «radicalmente» la situación de sequía de los últimos años, y en abril continuaron las tormentas, que dañaron cultivos de cereal y frutales.
Mayo también estuvo marcado por la inestabilidad, con una superficie siniestrada de más de 204.000 hectáreas, en su mayor parte por pedrisco y en menor medida por lluvia, fauna y demás adversidades climáticas.
Junio registró récords históricos de temperatura y fuertes tormentas acompañadas de granizo; solo ese mes se cuantificaron más de medio millón de hectáreas dañadas.
La siniestralidad se mantuvo elevada en julio por los daños de pedrisco, que alcanzaron 249.000 hectáreas de herbáceos, uva de vinificación, hortalizas, frutos secos, cítricos y frutales.
En agosto impactaron de forma moderada los episodios de sequía, golpes de calor e incendios, mientras que septiembre registró los efectos acumulados de la sequía del verano, con falta de cosecha en el olivar.
La siniestralidad de octubre -asociada a pedrisco, lluvias e inundaciones- fue dispersa, y en noviembre las lluvias ayudaron a paliar el déficit hídrico anterior y se produjeron daños de poca extensión por viento intenso.




